CONTRATOS INTERNACIONALES (I), LOS. (Colección «Contratos»: Tomo XVI). (Libro + E-book)

    El tomo XVI es el primero de los dos que en el Tratado se dedican al estudio de los contratos internacionales. La importancia de los dos capítulos de que consta este tomo justifica que sus autores no hayan padecido ni las estricciones de extensión ni los corsés de estructura que en una obra de esta naturaleza resultaba obligada para el resto de los capítulos de Derecho internacional (civil, mercantil o laboral), que se encuentran en el tomo XVII.

    Y es que la proyección expansiva de los mismos es evidente. En primer lugar, tenemos el capítulo «Contratos internacionales: competencia judicial y ley aplicable», cuyo contenido constituye un auténtico eje alrededor del que gira cualquier cuestión del Derecho privado de contratos en el orden internacional. No podría nunca haber tenido este capítulo la estructura clásica de los contratos en particular, que es la que se ha tratado de seguir, naturalmente, a la hora de exponer los concretos contratos internacionales (construcción, distribución, seguro, transporte, garantías, trabajo, consumo...) porque en realidad la explicación sobre jurisdicción y fuero pertenece más bien a lo que en términos de estricto Derecho civil patrimonial conocemos como Teoría general del Contrato. El análisis de los Reglamentos 44/2001, para la competencia, y del 593/2008 (más conocido como Reglamento Roma I), para la ley aplicable, tiene una clara vocación centrípeta o de Derecho común que explica, en fin, su tratamiento, deliberadamente singular en relación con el resto de la obra.

    Algo parecido puede decirse del capítulo «La compraventa internacional de mercaderías», por lo que este contrato tiene de modelo de los contratos sinalagmáticos y onerosos del tráfico jurídico internacional. Podía, desde luego, haberse seguido la estructura clásica (elementos, contenido, especialidades en relación con el incumplimiento, extinción y aspectos tributarios) que se ha dado a los restantes contratos –también a los internacionales–,pero ello habría significado perder una información, valiosa y muy necesaria, acerca de la Convención de Viena en su conjunto, de sus ámbitos espacial y temporal, del carácter dispositivo de sus preceptos, así como de otras normas, como las que se refieren a la formación de la voluntad contractual o a la interpretación e integración o a la eficacia del contrato. Son aspectos que también forman parte más bien de la Teoría general del Contrato que de las estructuras propias de las exposiciones de los contratos en particular, pero que, por lo dicho, hemos considerado conveniente ofrecerlo al lector.