LEGALISMO. Derecho, moral y juicios políticos.
Las sociedades democráticas se enfrentan a diario a problemas políticos extraordinariamente delicados, y es fácil caer en la tentación de recurrir a los tribunales para zanjarlos de forma definitiva. Los ejemplos que nos ofrece la actualidad son infinitos: el proceso de independencia catalán, el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual… Pero ¿es la ley de verdad una instancia inapelable, situada por encima de la política, que nos permite resolver todos los conflictos ideológicos? ¿Acaso no engendra este fetichismo jurídico su propia modalidad de terror e injusticia? Judith N. Shklar, una de las pensadoras más lúcidas y estimulantes de la segunda mitad del siglo XX, fue a lo largo de su vida una firme defensora de la democracia liberal.
Sabía que los sistemas democráticos constituyen la única protección eficaz contra la arbitrariedad totalitaria de la que ella misma fue víctima. Era consciente también, sin embargo, de que la democracia no es un modelo político infalible y, con el fin de fortalecerla, consagró buena parte de su carrera a exponer sus carencias. En Legalismo, uno de los frutos más brillantes de ese proyecto intelectual, la autora nos alerta del riesgo que supone convertir la ley en el árbitro último de nuestras decisiones colectivas y olvidar su naturaleza contingente y política.
La edición española de Legalismo viene precedida de un completo prólogo a cargo del filósofo Pau Luque -reciente ganador del Premio Anagrama de Ensayo- donde se ofrecen infinidad de claves para interpretar adecuadamente la polémica obra de Shklar, que ya generó un acalorado debate tras su publicación en 1964 y que todavía hoy resultará controvertida.
SOBRE LA AUTORA:
Pese al injusto olvido que desde hace unas décadas envuelve su obra, Judith Shklar sigue siendo una de las teóricas de la política más originales y brillantes del siglo XX. Nació en Riga (Letonia) en 1928, de donde tuvo que emigrar con apenas trece años para escapar del terror fascista. A pesar de las dificultades que hubo de afrontar, y del rechazo que sufrió a causa de sus orígenes judíos, Shklar consiguió ser admitida en la Universidad McGill (Montreal) con tan solo dieciséis años y se licenció en 1949. Seis años después, obtuvo el título de doctora por la Universidad de Harvard y en 1971 se convirtió en la primera mujer que accedía a una cátedra -la de ciencia política- en esa prestigiosa institución académica. Un ataque al corazón sesgó su vida en 1992, cuando tenía sesenta y tres años y se encontraba en la cima de su carrera académica.